¿No que ya se extinguieron los dinosaurios?

La Reforma Laboral, los acuerdos y los compromisos políticos Hace ya algunas semanas se escuchó al presidente electo Enrique Peña Nieto decir que “el podía no ser un presidente de discurso”. Eso ya lo sabíamos, claro. Pero si lo analizamo…

La Reforma Laboral, los acuerdos y los compromisos políticos

Peña Nieto

Hace ya algunas semanas se escuchó al presidente electo Enrique Peña Nieto decir que “el podía no ser un presidente de discurso”. Eso ya lo sabíamos, claro. Pero si lo analizamos es interesante que, aparte de que proclama últimamente estar demasiado preocupado por los temas de la transparencia en el gobierno, un político priista acepte una de sus debilidades.

Si siguen el blog de esta columna desde hace tiempo, pueden recordar que es prácticamente la regla en la política no aceptar cuando están mal los aspirantes a un cargo popular o los servidores públicos que ya lo tienen, e incluso cometer mil y un errores que casi cualquier asesor poco experto podría haberles evitado. Y lo mismo le pasó a Peña Nieto en campaña, como si no tuviera a Luis Videgaray (muchos opinan, la mejor herramienta de su equipo) a su lado.

Pues al parecer, y espero no sea solamente un caso aislado, el equipo Peña Nieto ha estado aprendiendo de sus errores, al grado de admitir algo para lo que no es bueno. Claro que la realidad es que qué no sea bueno en el arte del discurso es lo de menos cuando se trata de dirigir a un país si ya te eligieron como su presidente. Es una herramienta importante, es cierto. Dice mucho de la capacidad de un político, es cierto. Pero también tenemos incontables ejemplos de políticos más que expertos en el arte del discurso que han pasado por sus puestos con más pena que gloria.

De la misma forma que admitió no ser bueno para los discursos, también aseguro que “un presidente no tiene amigos” y que lo único que le debe interesar o por lo que debe preocuparse es por el desarrollo de la república. Muy bien por proclamar eso, pero ¿por qué sintió la necesidad de decirlo? O mejor dicho, ¿por qué le sugirieron implementar esa declaración en su discurso precisamente en el evento de los 300 Lideres Mexicanos? Entiéndase por líderes mexicanos las personas más influyentes de nuestro país. ¿En realidad necesito preguntar?

Supongo que en parte puede ser también el efecto de que está aprendiendo paulatinamente, pero el hecho es que expresar esa frase específicamente en un lugar donde están reunidos muchos de los que normalmente son amigos de los políticos, suena más a improvisación que se presta a revelación del inconsciente. De que tiene amigos tiene amigos. Y muchos seguramente estaban ahí. Existen muchas otras formas de disimularla, presidente.

Los dinosaurios con saco
Y de hecho uno de sus otros “amigos” destacó hace algunas semanas en cuanto al tema de la propuesta de Reforma Laboral que mandó de manera preferente Felipe Calderón (muchos dicen, al estilo “ahí les va la papa caliente”). Como muchos saben, esa famosa reforma laboral incluye entre sus puntos transparentar el trabajo de los sindicatos.

Pues resulta que el dirigente nacional de uno de los sindicatos aliados al PRI, la CTM, Joaquín Gamboa Pascoe, declaró: “Quienes piden transparencia en los sindicatos lo hacen porque creen que los dirigentes somos unos pendejos…”

Amén.

Gamboa Pascoe de hecho señaló que ya había planteado sus preocupaciones a Peña Nieto y que durante sus pláticas ha dejado en claro que la propuesta no puede pasar tal y como la planteó Calderón. También dijo que se quejó con Peña Nieto por la campaña de desprestigio contra los líderes sindicales. “Le dije: nosotros ya estamos cansados de que se estén refiriendo a los líderes en una forma despectiva… sabe que con todos los dichos y zapatazos hubo una aportación fuerte que es con la que ganó” (Reforma, 13/9/12).

¿No que ya no había dinosaurios que influyeran en el rojiverde presidente electo? ¿No que no se preocuparía por compromisos políticos sino solamente por sus compromisos con México?

Si bien es necesario analizar la propuesta de reforma de Calderón, (la cual el año pasado, a punto de aprobarse con el apoyo del PAN y del PRI, el trámite legislativo se suspendió porque —se dijo entonces— el candidato Peña Nieto no quería agitar el avispero laboral en tiempos de campaña), lo que destaca es que hasta ahora las discusiones sobre la misma en su mayoría se centran en el tema de que afectara a los sindicatos. ¿Y quiénes se quejan de eso? Obviamente los grupos políticos que están muy ligados a los sindicatos, los cuales, hay que aceptar, se prestan para convertirse en mafias de favoritismos y de presión política que lo único que hace en muchas ocasiones es atentar contra la eficiencia laboral, el desarrollo económico de las empresas y dependencias de México, y por consecuencia la economía de nuestro país.

Cada quien con lo que le conviene 
Los únicos que alegan sobre la otra parte de la reforma laboral (los puntos sobre el salario mínimo, horarios y demás) son las izquierdas, pero obviamente desde el punto de vista que les conviene, alegando que atenta contra los beneficios de los trabajadores. Pero sólo hay que analizar un poco sus alegatos para darnos cuenta de que quejarse de ello es para ellos una herramienta para estar en contra de la Reforma Laboral porque atenta contra sus amados sindicatos, de los cuales consiguen a muchos de sus seguidores. Así de simple.

Hay que analizar la prepuesta de Calderón no porque atente contra los sindicatos (eso de hecho le haría un favor a México y no solo a “Washington” como dice AMLO), sino porque hay que ver que tanto busca favorecer más a los empresarios que a sus trabajadores, porque recordemos que el PAN (partido al cual pertenece Felipe Caderón) es un partido demasiado ligado a los empresarios, con los cuales obviamente tiene compromisos. Y quienes deben analizarlo son expertos en leyes laborales, sin tomar en cuenta quejas de grupos políticos que buscan sus propios intereses abanderándose con los de los trabajadores… sean de las izquierdas o del mismo PRI.

Pero ya veremos qué pasa. Entre dimes y diretes, la discusión sigue en el Congreso y, en teoría, deben tener lista una resolución antes de que termine el mes de Septiembre.